En Asturias, el tiempo es de lo mas confuso, por eso, el verano acaba de comenzar el 20 de Agosto. Tal vez fue el 14, cuando se celebró el XLVII Descenso Internacional del Navia, pero su apogeo se esta dando en estos dias, coincidiendo con la IV Travesía a Nado de la Playa de Candas. El haber participado en ambas pruebas y empezar de nuevo a escribir, o como dice mi actual heroína, a contar mi vida, ha hecho que desempolvase un montón de recortes, notas y fotos que tenia, no se si consciente o inconscientemente, olvidados en una serie de paquetes. Eran los postreros recuerdos de un largo periodo de mi vida, que un dia, muy malo para mi, alguien tuvo el mal gusto de destruir, de borrarlo mediante un contundente : “ Vete “.
Allí estaba todo. Del batiburrillo de nostalgias surgieron las fotos, las que te hice, las que nunca pasaron a engrosar tus álbumes, las que dormían el sueño de los justos en una triste caja de cartón. Fue en Rancho Río Perlas, ¿Te acuerdas?. Yo si.
Nuestro ultimo viaje, el dia de mi 59 cumpleaños, por una deferencia de tu parte, pasamos el fin de semana en ese hotel recién inaugurado de la Cadena Barceló, muy cerca del pueblo de Orosi. Todo encajaba como en un puzzle maldito. Allí me llevaste, cuando casi ni nos conocíamos, el primer domingo que salimos juntos.
Había cambiado mucho desde entonces. Las lluvias torrenciales, los deslizamientos y el desbordamiento del río, cubrían las calles de un manto arcilloso dándoles una coloración rojiza en contraste con el verdor de la exuberante vegetación. Solo la Iglesia, la primera construida por los españoles en Costa Rica, se mantenía intacta, festoneada, eso si, por ríos de barro.
El camino hasta el hotel se ceñía al cauce del Perlas resaltando la variedad y frescura del bosque tropical. En estos momentos, al recordarlo, no añoro los años que allí viví, ni las experiencias por las que pase y si esos paisajes, los silencios del bosque, las orquídeas, el canto de los pájaros. Entonces no era consciente que me dejarías, que habías decidido sacarme de tu vida para siempre. Solo pensaba en disfrutar contigo y de repetir esa experiencia otras muchas veces.
El lugar era de ensueño. En su parte baja una treintena de cabinas se acoplaban al río; en lo alto, el restaurante, el SPA, y las piscinas termales, se entremezclaban con un bosque cuidado , salpicado de cientos de flores. Paseamos entre una telaraña de caminos, cruzamos el río, robamos algunas orquídeas y reservamos la sauna para por la tarde. Todo iba a ser como siempre, era uno mas de los muchos viajes de placer y sexo que a lo largo de los años disfrutamos por todo el País.
El almuerzo, los vinitos y el sol preludiaron una siesta tranquila, sudorosa y con un sexo activo, ausente entre nosotros desde hacía muchos meses. Lo iniciamos con un cúmulo de besos, a horcajadas sobre uno de los sillones del cuarto; tu de espaldas al ventanal de la entrada y yo frente observando el camino central del Rancho. Iba desnudándote, acariciándote, arrastrándote hacia la cama. Sobre ella el juego continuo, mis labios recorrieron tu cuerpo hasta caer en la fuente de Jade y retornar de ahí hacía la boca.
.- Hoy si quiero, repetía abriendo los ojos, escudriñando, a través de la ventana, si algún paseante curioso observaba lo que se realizaba en el interior. Quiero que alguien nos vea, lo deseo mucho, susurrabas al explotar en una cascada de orgasmos. Tras la lucha caímos sobre las sabanas cubiertos por un sol vespertino que, con cierto pudor, se filtraba entre lo visillos.
Despertamos cubiertos de sudor . Con la sola protección de dos pareos nos dirigimos al SPA, íbamos a recibir el tratamiento de sauna y masaje reservado con anterioridad.
Igual que en ocasiones anteriores las instalaciones estaban desiertas. Una señorita nos las fue mostrando, explicando la utilidad de cada una : saunas, piletas de barros, zona de relax, de masajes, jacuzzi, todo rodeado por una treintena de jaulas donde volaban cientos de pajarillos, para comunicarnos finalmente que nuestra cabina era la Nº 1 . A lo largo de los años habíamos tomado innumerables saunas, asi que una vez cerrada la puerta nos desnudamos por completo. Tu te tumbaste boca abajo en la bancada inferior y yo me senté al lado empezando a gozar de los beneficios del calor seco.
Oí abrirse la puerta y levante la cabeza. Tu, en cambio, ni te moviste. Uno de los jóvenes encargados se introdujo en el recinto y aunque sus ojos no se separaban del culito, de los pechos de Sonia, se dirigió a mi preguntándome si deseábamos un poco de agua fría, limonada o cualquier otro refresco. Pedí agua y se retiro. En apenas cinco minutos reapareció con una jarra y dos vasos . Igual que la primera vez entro sin anunciarse. Dejo la bandeja en el extremo del banco, lleno los vasos y nos los ofreció. Tomé el mío directamente pero Sonia tuvo que girarse y sentarse para apoderarse del suyo. Ahora sus tetitas, su coñito y el resto de su anatomía eran el centro de los ojos del joven camarero. La miraba y remiraba. Ella por su parte parecía ajena a esta exhibición de su cuerpo. No era así. Al desaparecer el muchachito pase mi mano por entre sus piernas y encontré su sexo húmedo excitado, ardiendo. Se lo fui acariciando hasta que su cuerpo empezó a vibrar como fase previa a un orgasmo en el que se conjugaron el impudor inicial con la masturbación final. Seguimos transpirando, salimos dos veces a ducharnos, recibimos una vez mas la visita del aguador y al final nos aposentamos en el área de relax.
Enfundados en dos batas de baño nos recostamos en las tumbonas y esperamos que nuestros cuerpos descansasen. Nos percatamos entonces que otra de las saunas estaba ocupada por una parejita. Eran mas recatados que nosotros ya que lucían sendos bañadores y no las correspondientes toallas. Salieron, nos saludaron y se recostaron. El silencio solo se rompía por el trinar de los pájaros; bueno por eso y por la voz de uno de los encargados que, dirigiéndose a chica, le dijo:.- Señorita, quiere ya su masaje?.Los tres se perdieron en el recinto correspondiente al tiempo que yo preguntaba al encargado si podría utilizar una camilla y darle un masaje a Sonia. No hubo problemas. El mismo joven de siempre nos acompaña y con igual desparpajo con el que antes entraba en la sauna, abrió la puerta de la Sala de Masajes y allí nos introdujo.
Cuatro mesas cubrían cada una de las paredes del recinto y en un pollete central se apilaban: toallas, toallitas, y aceites. En la mas alejada una masajista se inclinaba sobre la chica mientras su compañero leía algo tras unos biombos de separación. Nos colocamos en la camilla mas cercana. Sonia se acostó, boca abajo, y yo, sin mediar palabra, le despojé de la toalla. La tenía ante mi desnudita, con el culo en popa y las piernas abiertas. La compañera de al lado copio mi movimiento. Retiro lo que tapaba la espalda y glúteos de la chiquita dejándola, como Sonia, en cueros vivos. Iniciamos conjuntamente una serie de fricciones, amasamientos, vaciados y empujes, que se acercaban más a toqueteos sexuales que a cualquier técnica de relajación manual. De reojo podía ver la turbación de la chica, el aplomo de Sonia y la actitud del muchacho que, de pie, observaba los dos cuerpos tumbados sobre las camillas.
.- Date la vuelta, dije. Sonia, como un resorte se giro dejando sus tetas, sus piernas y su sexo a la vista del personal.
Mi homónima dijo lo mismo y, aunque con desgana, la chiquita se volvió.
Era una escena divina. Los grandes y blancos pechos de una competían con los menudos y morenos de la otra. Los pezones negros de Sonia y su coño rasurado se oponían a los botones rosados de la otra y su sexo tupido y ligeramente rubiáceo. A su compañero los ojos se le iban de un cuerpo al otro mientras que los dos sufridos masajistas seguían nuestro ímprobo trabajo y, al menos yo, notaba una humedad creciente en la entrepierna de Sonia.
Finalizamos a la vez. Ellos fueron mas rápidos y se despidieron. La magreé un poco mas bajo la ducha y enfundados en los pareos nos retiramos. Al salir el personal del SPA nos esperaba con una limonada fría y unas ganas enormes de entablar conversación. Creo que jamás habían tenido una pareja como la nuestra.
.- Regresaran mañana, preguntaron, y afirmándolo con la cabeza nos dirigimos a la cabaña.
Sonia parecía otra. No era la mujer que durante meses enfrió nuestra relación y si aquella otra que la inicio convirtiéndola en incendiaria. Su maleta, otras veces reducida, era un vestuario erótico e insinuante.
.- Que quieres que me ponga, dijo.
.- Lo que quieras pero sin ropa interior, contesté.
Ni comento mi deseo, simplemente, como al principio, lo llevó a cabo. Se arreglo con esmero. Ciño a su cintura una falda larga, muy ajustada, con una abertura lateral provocativa. La complemento con una especie de blusa de malla blanca de angorina bajo la cual, con atención y sabiéndolo, se vislumbraba claramente la aureola de sus pechos.
Cenamos, como dijo ella, “Excesivamente bien “, bebimos un rioja clarete de Marques de Cáceres , comentamos las crisis de la Municipalidad y nos reímos del desencanto de algunas de las parejas que nos rodeaban. Afortunadamente nuestros compañeros de SPA no aparecieron por el comedor . La postrera ginebra en la habitación , el vino de la cena y el calor de la sauna, hicieron que el sueño nos invadiera y la noche eliminase los problemas que durante meses nos habían enfrentado.
El “gallo pinto”, las frutas y el café negro del desayuno nos recargaron las pilas para poder gozar de nuevo de aquel ambiente paradisíaco. La piscina termal y los jacuzzis al aire libre, distribuidos entre las grandes manchas de vegetación, cubrieron parte de la mañana, el resto como habíamos previsto, lo pasamos en el SPA. Nos conocían y lo tenían todo preparado. La misma sauna del dia anterior, idéntica hospitalidad y de nuevo la intromisión del mozo de servicio que, cada cierto tiempo, entraba para ofrecernos bebidas y gozar con el cuerpo desnudo de Sonia. Observaba como ella, pienso que de forma consciente y malvada, cuando el entraba, se levantaba y le ofrecía el vaso para que se lo rellenase, moviendo sus tetitas, y culito sin pudor alguno, regalándoselos a los ojos como un manjar exquisito e inalcanzable. Yo disfrutaba sintiéndola deseada, notando la provocación de cada uno de sus actos, sobre todo cuando, en un alarde de descaro, le pidió que le extendiese aceite por la espalda, cintura y glúteos. Lo hizo casi temblando, retirándose a continuación dejándola sonriente y excitada.
El almuerzo se inició bien y termino fatal. Sin saber a ciencia cierta el porque, sin una causa real que lo justificase, empezó a llorar. Intente consolarla, abrazarla, secar sus lágrimas pero ella me lo impidió. Lloraba mansamente, como si algo se hubiese roto en su interior.
.- Vámonos, ya es tarde, dijo.
Mientras yo terminaba el equipaje, ella se ducho, secó y acicaló. Surgió desnuda, tentándome con su cuerpo..- No me toquesNo lo hice. Saque la máquina de fotos y empecé a retratarla. Lo había hecho muchas otras veces, últimamente nunca. Ahora, sin razón aparente, me dejaba hacer, se ofrecía a mi objetivo, posaba ante el con la gracia y el desparpajo de antaño.
Aquellas fotos, sus desnudos que entonces me ofreció, se desparraman ahora ante mis ojos. Debió ser, sin duda, su obsequio de despedida. Pocos días después me dijo que me fuese y no regresara nunca. Por un lado me dejaba su cuerpo y por otro mataba mi alma.
He destruido sus fotos, todas. He roto mas de 10 años de mi vida. Ha muerto mi corazón. Emulando a Neruda bien podría decir: “ Este será el ultimo cuento que te escriba, o mas bien, que escriba de nosotros, de nuestras vivencias, nuestros pecados, nuestras transgresiones, nuestra sexualidad lujuriosa, nuestro amor.” Es el fin de la serie “ FANTASIAS EROTICAS “ que inicie cuando te vi, por primera vez, desnuda y cubierta de barro volcánico un día lejano de hace ya muchos años.
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