miércoles, 5 de octubre de 2011

UNA INVERSION EN VIVIENDA

Estimado Manolo:
Tal como acordamos en mi visita a Oviedo, paso a detallarte los resultados de la investigación preliminar sobre todo lo concerniente al sector construcción en Costa Rica y, más en particular, en San José. En este, mi primer informe, desglosaré el estudio en grandes apartados para, posteriormente, de acuerdo a tus indicaciones, poderlos matizar con mas detalle.
A.- Precio de los terrenos por barrios.
* Escalante................25.000 colones/m2.
* Sábana Norte.........23.000 "
* Escazú.....................30.000 "
* San Pedro...............12.000 "
* Sabanilla..................13.000 "

Como imaginar que aquel viaje, mi primer viaje a España para volver a ver a José Luis después de tres largos meses, podría cambiar mi suerte, no solo desde el punto de vista sentimental sino hasta del económico.
Con un tiempo gris y un frío que taladraba los huesos llegue a Oviedo a las tres de la tarde del último sábado de Noviembre. En la estación de autobuses me estaba esperando y casi en volandas me traslado a su casa. Bueno, a su casa no, al piso de su buen amigo Manolo en el que vivía de prestado. Ni la comida ni el equipaje fueron impedimentos para que nos fundiéramos en un interminable beso y así nos trasladáramos al dormitorio. Nos deseábamos, queríamos tocarnos, poseernos. Me acariciaba, me besaba. Desde mí frente a mi sexo su lengua me recorrió con deleite y sus dedos se reencontraron con todos los recovecos de mi cuerpo. Primero se corrió en mi boca y luego en mi vagina, mientras yo alcanzaba una y otra vez orgasmo tras orgasmo. Caímos rendidos.
Al despertarnos había oscurecido. Una vez aseados me enseño la casa, intercambiamos regalos y nos pusimos a picotear parte de la comida preparada. Volvíamos a estar juntos, a beber ginebra con tónica, a sentirnos desnudos bajo una ropa amplia y provocativa. Estábamos felices.

Manolo, viejo amigo de José Luis, dueño de la casa y empresario, vino a romper el encanto. Sabia de mi llegada y quería conocerme. Mejor dicho quería conocer a la mujer que vino desde Costa Rica a ver a su amigo. Se sentó con nosotros, me pregunto por el viaje, por mi país, por mi trabajo. Me miraba, me analizaba, quería saber como era, como pensaba. Fue una visita rápida. Con un "Seguiremos hablando", se despidió.
El domingo amaneció lluvioso. Un día ideal para permanecer en la cama haciendo el amor, conocer los rincones de aquella peculiar vivienda, fruto de la unión de dos pisos desiguales, gozar de un baño caliente deambular medio vestidos por la casa, hablar, leer la prensa, vivir. Como el día anterior Manolo nos volvió a visitar.
B.- Precios de construcción por m2.
* Construcción medio-alta......28.000 col/m2.
C.- Empresas constructoras
* Existen muchas y muy solventes.
D.- Dirección técnica y diseño.
* Corre de mi cuenta.

Empezó hablando de América, de sus negocios en México, de sus viajes, de su actividad en España. Me pregunto por Costa Rica, por su estabilidad social y económica, por su paz, por su clima. Era una conversación fluida en la que él y yo actuábamos como únicos actores. Hablo de Asturias, de sus gentes, de sus comidas. Hablo de José Luis. Quería, como la noche anterior, saber de nosotros, de nuestra relación, de nuestro futuro. Me miraba con curiosidad, evaluándome como hembra y como mujer; de vez en cuando la malicia aparecía en sus ojos pero el torrente de sus ideas la enmascaraba casi de inmediato. Nos relato sus experiencias en México, las mujeres que lo conocieron, sus aventuras. El hielo se había roto entre nosotros y quiso enseñarnos las fotos de una de sus amigas, por casualidad estaba guardada en nuestra habitación y allí nos dirigimos.
Una de las sorpresas que José Luis me tenía preparada consistía en tres ampliaciones fotográficas mías en las que aparecía completamente desnuda. Me las había tomado en las playas y en los ríos de mi país y les teníamos un especial cariño. Ahora adornaban su cuarto. Ni a él ni a mi nos molestaba. Manolo entro y empezó a rebuscar por el altillo de un armario. El, José Luis y yo sabíamos, y notábamos la existencia de las fotos. Nadie dijo nada. Me coloque ante ellas mientras Manolo buscaba. Al final las encontró y nos las enseñó. Yo vestía un traje liviano sin sujetador, y presumía que, a cada instante, comparaba las fotos de mis desnudos con mi cuerpo, ahora algo mas cubierto, pero en el que resaltaban sobre la tela, mis negros pezones erectos por la emoción del momento. Guardo los recuerdos de su amiga, volvimos a la cocina, terminamos el aperitivo y se fue. Ni José Luis ni yo comentamos el hecho, a los dos nos gustaban las fotos y si alguien quería verlas y compararlas con el original, que lo hiciera, me daba lo mismo, puede decirse que hasta me excitaba.
En los siguientes días Manolo se presento en casa todas las mañanas. Me saludaba" de beso", tomábamos un café y hablábamos de futuros proyectos de vivienda en Costa Rica. Llegaba de improviso y aunque nunca me vio totalmente desnuda, si me contemplo envuelta en una toalla que apenas si tapaba mis pechos y mis nalgas, me observo tras las cortinas traslucidas de la ducha o imaginó mis tetitas entre los pliegues de la bata. Quería invertir en San José y le interesaba tener el máximo número de datos sobre el proceso constructivo.
F.- Gran estabilidad cambiaria.
G.- Excelentes posibilidades de financiamiento.
H.- Mercado mobiliario en expansión.
I.- Demanda en aumento.
J.- Sin problemas para sacar dinero del País.

Mis dos semanas en Asturias fueron una delicia. Conocí sus playas, sus montañas, recorrí las calles de Oviedo, sus parques. Aprendí la gastronomía local, su folclore. Ame y fui amada sin límites. Todos y cada uno de los rincones de la casa conocieron nuestros cuerpos y sintieron nuestros orgasmos. Puede decirse que fue un gran altar en el que consumamos nuestro amor.
La estancia finalizaba. Salía hacía San José el sábado, el mismo día que Manolo partía a México a controlar sus negocios. El jueves estaba tensa, excitada y triste. Había hecho parte del equipaje y pensaba en el futuro.
Una de las extravagancias de la casa era la existencia de un gimnasio privado en el ático. Sin duda debió utilizarse en otro tiempo, pero en la actualidad lo único vigente del mismo era la sauna y la mesa de masaje, el resto de los implementos deportivos estaban rotos, oxidados y almacenados en una habitación anexa. Algunas mañanas solíamos subir y tomar una sauna, José Luis me daba luego un masaje y cuando el cuerpo nos lo pedía hacíamos el amor en la camilla. Aquel día quise despedirme de la sauna. Deseaba sentir su calor seco, sudar, relajarme. Tras 45 minutos me dirigí a la mesa de masajes, coloque una toalla y me tumbé boca abajo. José Luis extendió sobre mi cuerpo aceite de aguacate, cubriendo con él la espalda, los glúteos, las piernas. Sus manos se centraron en la parte alta de la columna e iniciaron lentamente el descenso. Deje la mente en blanco y solté los músculos. Sus dedos vibraron sobre mis vértebras, presionaron los centros energéticos, rodearon la columna, friccionaron el coxis. Ascendieron de nuevo hasta la nuca pasando de la delicadeza a la violencia rítmica del golpeo. Cayeron, mas tarde, sobre los glúteos y los amasaron empujando la sangre hacia las partes altas del organismo. José Luis cambio de posición. Se situó a mis pies y empezó a trabajar sobre mis piernas. El pie, el gemelo, la pantorrilla, al principio músculo por músculo, luego de forma general desde el talón a los glúteos. Paso de la derecha a la izquierda manteniendo la cadencia. Justo, cuando se apoyaba sobre esta última se abrió la puerta y con un " Hola pareja, como estáis, venia a despedirme y daros las últimas instrucciones para la posible inversión", apareció Manolo.
Quise moverme pero las manos de José Luis me lo impedían. "Seguir, seguir, por mi no lo dejéis". Se situó a mi cabeza mientras José Luis iniciaba de nuevo el masaje de las piernas. Mi primera sensación fue de terror. El pudor se apodero de mí y tuve ganas de levantarme y vestirme. Al no poderlo hacer me fui relajando. Sentía en mi cuerpo las manos de uno mientras el otro, sin dejar de hablar, perdía sus ojos entre mi espalda y mi culito. Creo que verme completamente desnuda era algo que quiso desde el primer día que me vio y ahora lo conseguía.
Pensaba muy deprisa. Quería saber si José Luis continuaría o me envolvería en la toalla y daría por finalizado el masaje. Deseaba que hiciera lo primero pues poco a poco me iba excitando. Notaba como me acariciaba las pantorrillas rozándome, al hacerlo, los pelos del pubis. Inconscientemente iba abriendo las piernas, levantando mi culito para que sus dedos, sin quererlo, me lo tocasen. Oía a Manolo hablar y hablar, sentía a José Luis muy cerca de mi sexo, no se si dándome un masaje o masturbándome ante la mirada atónita de su amigo. Deseaba que su mano se perdiera en la profundidad de mi vagina, que me excitara, que mis abundantes líquidos mojaran la toalla. Cuando mas caliente estaba, dándome un golpecito en el hombro, me dijo:
.- Sonia, date la vuelta.
Gire sobre mi brazo derecho y quede boca arriba. Mis pechos y mi sexo se mostraron en todo su esplendor. Abrí los ojos y vi a Manolo a mi cabeza y a José Luis a mis pies. Note sus dedos ascendiendo sobre mis piernas, distribuyendo sobre ellas, mi estómago y mi pecho, el aceite vegetal. Sentí el roce de sus manos sobre mi vello púbico. Mi sexo se abrió como una flor dejando ver sus labios rojos, el clítoris húmedo y palpitante. Contemple los ojos de Manolo sobre mis pechos, sobre mis pezones negros y endurecidos.
.- Muévete, dijo José Luis, voy a trabajar la parte superior.
Sus manos ascendieron por mi cintura, mi pecho, mi cuello. Manolo, a mis pies, dirigía su mirada a mi sexo. Quería contemplarlo y yo, abriendo impúdicamente las piernas, lo mostraba mojado, rojo, listo para ser penetrado. Era un espectáculo único. Me sentía poseída por la mirada, estaba excitándome ante dos hombres que, aparentemente indiferentes, hablaban y hablaban de sus cosas.
.- Bueno pareja, dijo de pronto, me voy. Que tengas buen viaje.
Se inclino sobre mi besándome en las dos mejillas, rozando con su chaqueta mi pecho y apoyando su mano en mi muslo.
No podía mas. Al irse me senté en la camilla y, para goce de José Luis, me masturbé ante él violentamente. Me introduje los dedos en la vagina, friccioné mi clítoris, me pellizque los pezones, me corrí. Luego le tumbé, le arranque la toalla que ceñía a la cintura y me abalance sobre su pene. Lo bese, lo chupe, succione de él con fuerza hasta que un chorro de semen, dulce y caliente, se estrelló contra mi rostro.
Tal como estábamos abandonamos la sauna y bajamos los dos tramos de escaleras que separan el ático de la vivienda. Hubiéramos querido tropezar con algún vecino, que Manolo aun estuviera en el piso, que alguien nos observara. No fue así. Entramos y caímos en la cama. Nuestra excitación no había decaído. Nos besamos, me penetro, sentí sus dedos en mi vagina, en mi culito, en mi boca. Le volteé e introduje los míos en el suyo. Hice crecer su sexo en mi lengua, lo frote contra mis pechos. Lo probamos todo. Nos asomamos desnudos a la ventana, nos vimos reflejados en los espejos, sentí su pene en ni ano, mis dedos se perdieron en el suyo. Volvimos a corrernos.
Como ves, Manolo, por los datos que te envió, la inversión en Costa Rica es totalmente rentable. Confío en que pronto nos veremos por aquí y podremos iniciar este negocio.
Te saluda atentamente

Sonia

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