Cuando empecé a redactar estas fantasías no había leído a la poetisa nicaragüense Ana María Rodas que, en plena Revolución Sandinista, escribía “Hago el amor y después lo cuento”, ni tampoco la última novela de Vargas Llosa en la que dice “Escribir lo no vivido para hacerse la idea de haberlo vivido es, uno mas, de los caminos de la
imaginación para crear nuestras fantasías”.
Ahora, al entrar en la primera parte de las mismas, en las que idealizo los años más estables de la relación musa-escritor, no se si decantarme por la poetisa o por Premio Nobel.
Sin duda, como expuse en el Preámbulo, al llegar al final-principio estará claro que yo seré mucho más viejo y podré, sin problemas, parodiar a Martín Amis y decir “En la vida nadie inventa nada, todo sucede normalmente”, todo, hasta nuestras vivencias y fantasías
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